Su dirección está clara, no es hacia la costa, sino hacia el Eisbach, un río artificial de Munich donde siempre se puede hacer surf. Eisbach no depende de mareas ni vientos para crear olas de un metro, pues unos bloques de hormigón, ubicados bajo el agua, se encargan de controlar la fuerza de la corriente de agua que emerge de un canal subterráneo y propician las olas tan ansiadas por estos surfistas de interior. Aunque el canal es poco profundo la fuerza de la corriente podría estrellar a los surfistas contra los bloques de hormigón con una fuerza comparable a la de una ola de 2.5 metros, pero ni el peligro ni los carteles que advierten de la prohibición de hacer surf en este río para a los surfistas de su divertimento veraniego.
Hoy día este deporte se ha convertido en una institución en la capital y a menudo hay más turistas curiosos que surfistas cabalgando las olas.
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